Famosos musicales Clásicos #3: Danzón No.2 / Márquez

Corría el año de 1994 cuando quien escribe estas líneas aún se estaba gestando en el vientre materno, justo a la par de una pieza musical que vería la luz un 5 de marzo de aquel año. Un compositor originario del estado de Sonora se paseaba por el ahora pueblo mágico de Malinalco mientras esbozaba en su cabeza unas primeras ideas musicales para pasarlas al papel, inspirado en aquel ritmo que después de ser parido en tierras cubanas tuvo su primera evolución al llegar a México a principios del siglo XX. Es así como nació el Danzón No.2 del ahora afamado Arturo Márquez, quien le dio un segundo (¿o tercero?) aire - aunque de corte sinfónico - a ese género tan querido por muchos de nosotros y que hemos convertido en parte de nuestra identidad musical nacional.

Una tradicional pareja bailando danzón

La colección de "danzones" del compositor abarca un total de 9 + 1 (un concierto para arpa y orquesta que no lleva el nombre, pero formalmente comparte el apellido con sus otros hijos) hasta la fecha, con distintos arreglos para orquesta sinfónica o grupos de cámara y con una esencia particular en cada uno de ellos, siendo los pimeros 5 quienes mantienen más similitud tanto en su estructura como en sus cualidades tímbricas, claramente se escucha que son de la "misma familia".

La obra a la que nos referimos comienza con el tema principal que es expuesto bellamente por el clarinete, acompañado de un ritmo sincopado de las claves y el piano, evocándonos al baile de salón que suele ser el danzón original en un ambiente un poco más íntimo y elegante pero a la vez arrabalero. Se desarrolla el tema y nos lleva a un segundo de ritmo aún más bailable, que suena animado pero con un aire melancólico del que no logra escapar nunca la pieza completa. Después, en el punto medio, el violín solista toma protagonismo al volver a exponer el tema principal con una sensualidad que sólo este instrumento puede dar, para dar paso a un interludio un tanto extravagante y hasta un poco grotesco que contrasta con el lirismo del anterior, liderado por los metales y percusiones. Finalmente, termina retomando el segundo tema con algunas variaciones y un gran final con un crescendo que pocos olvidarán.

Ahora, es evidente que, compositivamente hablando, Arturo Márquez no pretendía descubrir el hilo negro, pues a pesar de estar muy bien orquestado no aporta ninguna novedad a la música contemporanea. Si uno busca en su obra, hay verdaderos prodigios de composición para instrumentos solistas y diversos grupos musicales, pero en los danzones es clara la intención del compositor: escribir lo que siente a través de la metamorfosis de este género cubano sin afán de pretensiones intelectuales y con la intención de marcar al corazón del público. Y vaya que lo logró, pues se considera la segunda pieza sinfónica mexicana (tan sólo después del Huapango que ya comentamos aquí) más conocida y tocada en el mundo.

Maestro Arturo Márquez  dirigiendo su propio danzón a 20 años de su estreno, 2014

De entre las muchas versiones de esta grandiosa pieza destacan la de la Orquesta Mexicana de las Artes dirigida por Eduardo García Barrios, pues se  incluye en un álbum recopilatorio de varios danzones escritos por el compositor (1, 2, 3, 4, 5 y 8) aunque interpretativamente deje que desear. La del maestro Diemecke con la Orquesta Sinfónica Nacional (la de aquellos buenos tiempos) que está interpretada con su habitual enfoque de sensualidad y elegancia en el fraseo es una buena opción, aunque a la postre resulte un tanto moroso. Por el contrario, la visión que ofrece Gustavo Dudamel con la Simón Bolívar Symphony Orchestra en los Proms de hace ya varios años tiene muchos puntos a favor como en contra; si bien es una pieza de tipo "bailable", el venezolano cae en la trampa de tropicalizarla de más e incidir en algunos pasajes que rosan la chabacanería; aún así, la pasión y garra que le imprime es de admirarse. 

Por eso, la versión que les traigo de tan manoseada partitura es la de Alondra de la Parra y la Philharmonic Orchestra of The Americas (su versión con la Orchestre de Paris es inferior por algunos desajustes). No es una referencia absoluta, pero me parece que es la que más se acerca al punto adecuado en los tempi, entre los momentos tropicales de clara influencia latina en las percusiones y los líricos de la tradición académica como el solo de violín o los tutti del tema principal. Supongo que en un futuro habrá alguna versión que la supere, teniendo esperanza en que algún director y orquesta de mayor categoría quieran incluirla en algún concierto o álbum y alcance cotas de ejecución e interpretación mayores. Pero mientras no sea así, me quedaré con esta versión que, por lo menos, es la que más me gusta a mí. 

Disfruten ustedes y, a pesar de las adversidades por las que atraviesa nuestro país... ¡QUE VIVA MÉXICO!




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