Grandes escenas del cine #2: "Tú saltas, yo salto"

Y siguiendo con la sección de Grandes escenas del cine que comenzó con un fragmento del Episodio V de Star Wars - mismo que pueden leer justo aquí - ahora toca turno a lo romántico y cursi en su mayor estado de gracia, con uno de los filmes más famosos de la historia del séptimo arte y, también, uno de los más aclamados por la crítica (sólo igualada en número de Oscars por The Lord of the rings: The return of the King y mi amadísima Ben-Hur) y el público.

Rose ve a Jack mientras desciende el bote, con fuegos artificiales de fondo y un lírismo musical para llorar


*Película: Titanic
*Año: 1997
*Dirección: James Cameron
*Escena: "Tú saltas, yo salto" (El reencuentro de Rose y Jack)
*Contexto de la escena: No debería hacer falta explicar el contexto, pero ahí les va. 

Rose DeWitt Bukater (y luego dicen que sólo los hispanoamericanos tenemos nombres largos y difíciles), una joven rica infeliz y mimada, y Jack Dawson, un chico pobre y aventurero, se conocen y enamoran en el viaje inaugural del Titanic. La manera en como se conocen es pieza fundamental en la historia, pues ella en una noche de desesperación y crisis existencial, desea poner fin a su vida saltando por la popa del enorme barco y es cuando Jack evita su suicidio, argumentando que si ella saltaba él también lo haría para salvarla. 

El prometido de Rose es Caledon Hockley, un clásico millonario déspota y despiadado que a pesar de todo ama a su prometida y es por eso que se siente traicionado cuando se entera que le es infiel. Claro que él no comprende la infelicidad de su futura esposa - que por cierto, está en quiebra y es por eso que su madre arregló el matrimonio para salvarse - y piensa que sólo con dinero será feliz su amada.

Hasta aquí todo va bien. Uno podría pensar que llegando el Titanic a Nueva York, nuestros tortolitos podrían hacer una vida nueva. Pero la cosa cambia cuando son sorprendidos por el hundimiento de la nave y se arma tremendo desmadre a bordo mientras todo mundo desea salvarse. Nuestro "villano" (a pesar de sus actitudes machistas es un hombre herido y celoso, entendible pues) es consciente de que el dinero es un poderoso caballero, así que hace uso de sus influencias monetarias para asegurarse un lugar en los escasos botes salvavidas. Antes de que todo se descontrole aún más, nuestros enamorados están buscando la manera de llegar a la cubierta superior del barco, sólo para darse cuenta que la mayoría de los botes han sido ya arrojados al helado océano y quedan unos pocos reservados a mujeres y niños. Se topan con "Cal", quien insta a Rose a subir al bote para que se salve, argumentando que él y Jack se irán en otro y se reunirán posteriormente. Lo que sigue después es justo la escena de la que hablamos.



*¿Por qué es memorable esta escena?: Bueno... ¿Por dónde empezamos? Antes que nada, las actuaciones son de primer nivel, comenzando por quien se lleva aquí las palmas, el villanismo retratado en cara de Billy Zane, desde esa frase tan despótica de "Yo siempre gano Jack, de una u otra manera", hasta la persecución y su última línea, cuando se da cuenta que además de perder a Rose también perdió el nada barato y raro diamante azul. DiCaprio y Winslet hacen una dupla perfecta en esta película, imprimiendo las dosis adecuadas de ternura, romanticismo y drama para que el espectador termine encariñándose con la joven pareja. Además, esta colaboración sirvió como lanzamiento al estrellato de estos dos actores y se tradujo en una amistad  fuera de lo profesional hasta la fecha.

Otro punto muy importante es la música. Una vez más esa masa sonora que se agrega en la postproducción a una película vuelve a hacer de las suyas. En ésta ocasión viene de la pluma de James Horner, quien utiliza los sintetizadores y alguno que otro arreglo orquestal para ofrecernos una banda sonora que, si bien no es la mejor creativa y técnicamente hablando, sí es muy conmovedora y ad hoc a la temática y producción de la película, con puntos de clímax como la escena en que el Titanic "estira las piernas" o esta de la que hablamos. El tema de amor melancólico principal de la película - con algunas variaciones melódicas - viene de la mano con una buena fotografía justo en el momento en que Rose ve a Jack desde el bote y se decide a saltar; definitivamente una hermosa imagen con los fuegos artificiales de fondo que se nos queda grabada en la memoria. Este mismo tema - que también se escuchará al final de la película, para llorar - en esta parte se comienza a tornar obscuro y perverso, cuando Cal los encuentra besándose en las escaleras y decide matarlos a ambos. Vuelvo a decirlo, sin la música, esta escena no sería ni el 40% de lo que representa para nosotros, principalmente en el plano del reencuentro.

La fotografía está bien cuidada y tiene encuadres interesantes, como este en que un balazo salpica a través de las distintas cubiertas en plena persecución

Pero lo que hace de este fragmento uno de las más memorables de la historia cinematográfica, es la historia y su evolución justo en esta parte del largometraje. La trama en sí misma es muy buena, pero no la mejor. Tragedias románticas más loables hay en los anales de la literatura, cine y música (mucho de Shakespeare, Los puentes de Madison y Tristán e Isolda, por poner ejemplos respectivamente); pero la manera en como James Cameron desarrolla y plasma su idea es impresionante. Crea un guión, ahora sí, a la altura de las obras mencionadas anteriormente, con una tremenda atmósfera que se amasa a lo largo de casi hora y media antes de esta escena, en la que nuestros enamorados reafirman su cariño con esa frase de antología: "Tú saltas, yo salto". Es precisamente la clave para que todos acabemos llorando y berreando como bebés al final del filme: esa transición lenta pero bien pensada que nos lleva al clímax final, cuando Rose (al morir o en sueño, según la interpretación) se reúne con Jack justo en esa escalera del barco, que se vuelve el escenario de su amor y eje fundamental en toda la trama.

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