In memoriam: Addio, cara Mirella

Hace unos instantes nos llegó la noticia: ha fallecido en su ciudad natal, Módena, la gran Mirella Freni


No tengo mucho que agregar de lo ya sabido de la ya legendaria soprano italiana: hermana de leche (compartieron misma nodriza) y de toda la vida de otro grande, el buen Luciano Pavarotti; viuda del genial Nicolai Ghiaurov; sencilla, un tanto tímida pero valiente y con suficiente personalidad - tal vez por eso fue posíblemente la mejor soprano de la segunda mitad del siglo XX en varios roles puccinianos y verdianos - cuando de tomar armas se trataba. 

Pero lo más importante: poseedora de una voz oscilante entre lo lírico y lo dramático (aunque tuviera varios detractores) siempre supo elegir bien sus papeles para no dañar su delicado instrumento, llegando tal vez a algunos extremos para su timbre como su Tosca con Giuseppe Sinopoli, pero sin sobrepasar ese límite que bien sabía marcar; incluso tuvo que rechazar algunos papeles que sabía que no le quedarían y arruinarían su voz, como la Turandot que le propuso en algún momento Karajan, de quien fue favorita durante muchos años y nos legaron varias joyas discográficas.

Trabajó con el director salzburgués y los mejores de su época: Muti, Ozawa, Kleiber, Abbado, Colin Davis, Sinopoli, Chailly, Giulini y hasta Klemperer en un curioso Don Giovanni. Tuvo como compañeros de escena a Domingo, Pavarotti, Bruson, Carreras, Ramey, Panerai y su esposo Ghiaurov, entre muchos otros. Su Mimí y Cio-Cio San (precisamente a lado de Karajan) son, a mi modo de ver, una verdadera referencia desde una óptica de equilibrio vocal e interpretativo de los personajes. Su Desdémona tal vez es un punto más doliente de la cuenta, pero en absoluto desdeñable. Su Tosca, tal vez un poco ligera a lo acostumbrados que estamos con sopranos como la Callas, pero para nada carente de la belleza y dramatismo necesarios. 

No queda más que agradecer la belleza de su arte, de la cuál les dejo una preciosa muestra, y desearle un buen camino a una de las últimas divas (en el buen sentido) de aquella gloriosa época de la ópera del siglo pasado.



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