1) La depresión post-fiesta
2) Se anuncia a medias la temporada 2020 de la OBA
Algo que siempre me ha dado tristeza es el ver una fiesta acabada. Creo que sería equiparable al "bajón" que les da a los drogadictos una vez pasado el efecto de su narcótico: de estar en un estado de euforia o éxtasis, pasar a uno de tranquilidad e incluso aburrimiento o depresión. No me mal entiendan: claro que mi vida no son las fiestas, pero sí disfruto de una buena "peda" en la que haya sobre todo convivencia entre los distintos grupos sociales, actividades varias, buenas charlas o buen desmadre, y no necesariamente con la presencia de alcohol, aunque se agradece si no está ausente.
Me da un sentimiento de melancolía el ver como la fiesta - en ocasiones porque quiero irme ya y en otras porque no quiero que acabe - como si fuera un ser viviente, poco a poco va muriendo hasta quedar enterrada entre kilogramos de basura, botellas y otros líquidos que no son precisamente alcohol. La música baja su volumen, algunos lloran, unos duermen, otros se despiden... Y pobre de aquél al que le toca recoger y limpiar. Tal vez, hasta podría ser una analogía muy corta de lo que es la vida humana de una persona promedio.
Mejor, para que quede bien entendido, haré uso de la famosa frase "una imagen dice más que mil palabras"... sólo que en este caso son dos imágenes, espero así me comprendan bien. Sí, Jay Gatsby sí que sabía dar buenas fiestas.
El clímax y la bacanal... |
... seguidos del silencio y depresión. |
A casi mes y medio de comenzar el año se anunció la temporada 2020 de la Ópera de Bellas Artes, que en esta ocasión hace gala de unos muy abundantes SIETE TÍTULOS en todo el año, aunque por otro lado se agradece que sea más variada la programación y no estén las "bohemias" de siempre (sí, a pesar de ser fanático de la ópera pucciniana, hay que variarle). Comenzó el año con una versión de concierto de La fille du regiment de mi compositor belcantista favorito, Gaetano Donizetti, los días 13 y 16 de febrero. Valió la pena por una simple y poderosa razón: Javier Camarena. No quiere decir que sus compañeros de elenco - muchos de ellos cantaron a su lado en aquél debut de hace ya 15 años - como Rebeca Olvera, María Luisa Tamez o Arturo López Castillo no sean loables, pero lo del tenor veracruzano es de otro mundo. Dirigió la batuta de Iván López Reynoso, a quien creo muy apto para este tipo de repertorio. Por desgracia no alcancé boleto - se vendieron como pan caliente - y me quedé sin verla en vivo, solo mediante el streaming de Facebook. Es por eso que no me gustaría brindarles una reseña basada en una audición a medias. Aún así, puedo decirles que fue algo espectacular con bises de Olvera y Camarena. Función histórica sin duda alguna.
El resto de la programación a medias se anunció, pues sólo se dijeron fechas y títulos, más no elencos de todas las producciones. La cosa está más o menos así a mi punto de vista:
- Shostakovich - Lady Macbeth de Tsentsk (29 y 31 de marzo, 2 y 5 de abril): con el pretexto de ponerla para crear conciencia colectiva ante la ola de violencia de género que invade tristemente al país, me parece muy acertado que se programe. Por otro lado, ópera moderna casi no se hace y mucho menos de compositores que no sean italianos, franceses o alemanes. Del elenco les hablaré a su debido momento. Un buen acierto ahí con esta genial elección.
- José Antonio Guzmán - Ambrosio o la fábula del mal amor (mayo): desconozco la obra, así que sólo queda esperar a verla para juzgar si fue digna de ser programada. Se agradece que sea la novedad y producto nacional.
- Verdi - Falstaff (julio): la única comedia de mi querido Giuseppe es una joya de la historia de la ópera en todo sentido. Excelente decisión el reponerla después de una larga ausencia.
- Donizetti - L'elisir d'amore (septiembre): la otra elección "de cajón" para toda casa operística y que, creo, hace un buen equilibrio entre lo poco común presentado este año y la tradicional programación. Le tengo un especial afecto a este título, pues fue la primera ópera que vi/escuché.
- Mozart - Ascanio in Alba (octubre): también una rareza que el genio salzburgués ideó a sus escasos 15 añitos. Claro, no es para nada la mejor de sus obras ni me parece tan atractiva por sí misma, pero sí para conocer las maneras de hacer y la evolución del buen Wolfgang.
- Beethoven - Fidelio (diciembre): la única ópera del sordo se representará para rendir homenaje en su 250 aniversario que se celebra este año. Era de esperarse, de lo contrario hubiera sido el acabose entre los operópatas de esta ciudad.
Aguardo con ansias a la mayoría de los títulos mencionados en esta lista, y también espero poderles estar compartiendo las respectivas críticas de cada uno de los títulos a los que asista al blanquito.
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