Grandes escenas del cine #3: 50 años de "El Padrino" (y una cabeza de caballo en la cama)

Es difícil escoger una escena de entre las muchas que conforman a una de mis películas predilectas, muy probablemente dentro de mis 10 favoritas - y eso es mucho decir, habiendo tantos buenos y apasionantes filmes - pues a lo largo de las casi 3 horas que dura la obra maestra de Francis Ford Coppola uno no sabe si quedarse con el acribillamiento de Sony Corleone; con la cena de Michael Corleone y el asesinato de sus adversarios; la muerte de la esposa de Michael al explotar el auto que conducía; el ajuste de cuentas casi al final de la película para eliminar a los principales jefes de la mafia; o la aún más célebre escena con que inicia la película, con la famosa frase "I believe in America".

Pero finalmente me decanté por una de las más memorables, pues hasta en Los Simpson fue parodiada esta escena, y es así como recordamos que hace 50 años se publicó la novela de Mario Puzo que fue fielmente adaptada en esta joya cinematográfica de la década de los 70's: El Padrino.


Película: El Padrino
Año: 1972
Dirección: Francis Ford Coppola
Escena: La visita a Jack Woltz

Contexto de la escena
La familia Corleone, liderada por el poderoso Don Vito Corleone (Marlon Brando), rige el mundo de la mafia en el Nueva York de los 40's. Durante la boda de su hija, en la que es tradición siciliana pedir favores al Don, llega uno de sus "ahijados" favoritos, Johnny Fontane (Al Martino), a solicitar su merced, pues su carrera en la música y el cine se ha visto en declive por muchos factores y apareciendo en un próximo éxito de taquilla podría reavivar su vida profesional. El problema radica en que el jefe de los estudios cinematográficos, Jack Woltz (John Marley), se rehúsa a darle el papel principal en la película por mero capricho.

"600, 000 dólares sobre cuatro patas. Ni los Zares de Rusia gastaron tanto dinero en un sólo caballo"

Es así como el Don envía a California a su abogado, mano derecha e hijo adoptivo, Tom Hagen (Robert Duvall) a arreglar el asunto y tratar de convencer al magnate del cine. El abogado del Don se encuentra con Woltz y le ofrece apaciguar una próxima huelga y problemas laborales que habrá en su estudio, a lo cual se enfurece Woltz y lo corre, mientras que Tom responde tranquilamente que piense mejor la oferta y agrega que, a propósito, admira mucho sus películas. Posteriormente, Jack Woltz reconsidera las cosas al enterarse para quien trabaja Hagen y le invita a pasar una tarde en Beverly Hills, mostrándole su mansión y su más preciado tesoro, un semental pura sangre llamado Khartoum. Después, durante la cena Woltz le dice a Hagen que puede pedirle lo que sea menos darle el protagónico a Fontane, pues le explica que hace tiempo, además de robarle el amor de una mujer que se perfilaba como estrella cinematográfica, la echó a perder con los vicios y demás banalidades; es así como se enfada y termina corriendo a Hagen de nuevo. La escena concluye con una manera "muy sutil" de convencer a Woltz, que en palabras de Don Vito sería como lo había hecho antes, "una oferta que no podrá rechazar".



¿Por qué es memorable esta escena?
Creo que no hace falta explicar la transición que se lleva a cabo en poco más de 7 minutos, pues queda claro el poderío de los Corleone no sólo dentro de Nueva York, sino en todo Estados Unidos (poderío que se pone a prueba en el resto de la película con la pelea entre las cinco familias). Así que el guión es perfectamente llevado e incluso, durante esta secuencia en particular, es muy apegado al libro, entendible si tomamos en cuenta que el mismo autor colaboró en el guión con el director.

Otros detalles que hacen encantadora a esta escena son la mansión en donde se filmó - por cierto también usada durante la filmación de la película "El guardaespaldas" (The bodyguard) con Kevin Costner y Whitney Houston - y la linda melodía Manhattan serenade durante el arribo a los estudios y casa de Woltz. Por otro lado, las actuaciones son de primer nivel en toda la película y al señor Robert Duvall siempre lo he considerado un actor de primera, aunque no tan valorado como se merecería en su ya dilatada carrera. Los secundarios son igualmente buenos, pues no queda duda en la honestidad de los gritos de John Marley al descubrir la linda sorpresita que fue dejada por ordenes de Hagen en el lecho de su personaje.

"¡Ahhhh!". Dice el mito urbano que la cabeza de caballo fue real y no de utilería, recién salida de una fábrica de comida para perros. ¿Verdad o mentira?

Y precisamente, creo que eso es lo que hace más importante a esta escena y una de las más memorables de la historia del cine: la idea de que el mensaje o amenaza en contra de Woltz es sorpresivo, sanguinario y cruel, pero aún así "mesurado", hasta cierto punto más "honorable y diplomático" si lo comparamos con lo que actualmente hace la mafia en varias partes del mundo; sólamente una cabeza de caballo cercenada entre tus sábanas ensangrentadas al despertar por la mañana.

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