Hace poco tiempo mi amigo Alfredo Villar me preguntaba el por qué había
escogido este nombre para el blog, me cuestionaba que si era materia de simple gusto
o había un trasfondo más interesante. Vamos, que hasta jocosamente me dijo “suena a nombre de antro gay”. Así que, como primera entrada les brindaré la
respuesta que es sencilla y poco pretenciosa: se llama así en honor a una serie de
conciertos que compusiera allá en el siglo XVIII el famoso “Prete rosso” de
Venecia, o sea, el gran Antonio Vivaldi.
Sí, es cierto que hay algo de sensual y llamativo en el
nombre – el italiano se presta mucho a las marcas y títulos, pregúntenle a las casas de moda y autos de lujo – pero más allá de sonar pedante,
era el buscar algo original pero que hiciera honor a mi más grande pasión: la
música (en especial, la mal llamada música clásica) y a mi segundo compositor
favorito del periodo barroco (sólo hay un padre de la música y se llama Bach,
sorry Vivaldi). Se barajaron varios títulos, algunos mediocres y otros un poco más
brillantes, pero creo que fue una justa elección, tomando en cuenta también lo
a veces contrarias y polémicas que son mis filias y opiniones - no pretendo seguir tendencias, lo políticamente correcto ni quedar bien con nadie - mismas que se verán reflejadas en la variedad de
temas que se tratarán en el blog, o sea, algunas extravagancias.
Ahora, entrando en materia de estos conciertos hay muchas
cosas que decir, pero me enfocaré en lo más relevante para poder compartirlo
con ustedes. Antonio Vivaldi compone esta serie de doce conciertos en 1712-13 y
los publica en 1716. Cabe destacar que, como otros compositores de esa época,
algunas de sus obras eran por encargo o tenían una dedicatoria a algún noble o
mecenas del autor y este caso no fue la excepción: Víctor Delfín era el
afortunado, miembro de una de las familias de más abolengo e influencia de la
antigua Venecia. Como dato para la trivia, integrantes de esta familia apoyaron la
creatividad y carrera de artistas de la talla de Bellini, Tiziano o el aclamado
Gian Lorenzo Bernini, así como lo hicieron los Médici en Florencia con otros artistas.
Para concluir esta entrada, me gustaría dejarles una pequeña
prueba del genio de Vivaldi, a veces sencillo o “monótono” - decía Stravinsky injustamente que Vivaldi había compuesto el mismo concierto 400 veces - otras
complejísimo y difícil para los intérpretes y oyentes, pero nunca aburrido: es de
aquellos compositores de música docta que o los amas o te pasan indiferente,
pero nunca los odias. Este primer concierto lleva la estructura habitual de
los “concertos grossos” de él y otros compositores del mismo periodo. El primer
y tercer movimientos son con tempi rápidos – Allegro – mientras que el
segundo o central es más lento, un tempo Largo. Mientras escuchan, imagínense la
antigua Venecia, con sus canales, su hermoso carnaval, las máscaras, trajes y
opulencia de aquella ciudad mercantil y riquísima que fue antañamente. La interpretación es a cargo de The English Concert y el director Trevor Pinnock al clavecín, posiblemente mi director favorito especializado en obras del repertorio barroco.
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No me agrada Vivaldi, encuentro su música de mal gusto, a veces puede ser ingeniosa, pero siempre de mal gusto. "Gustav Leonhardt"
ResponderBorrarCuriosa opinión de Leonhardt, que no sería la primera de ese tipo; "es sólo un compositor de cuarta. Ni siquiera es interesante" - decía Tchaikovsky sobre Händel.
BorrarSí, Vivaldi no pasará a la historia como el compositor más genial, pero creo que tiene su valía en la relativa facilidad de su música y en abrir camino para el resto de compositores: dudo mucho que Bach admirara y transcribiera obras de alguien con mal gusto al componer. Para muestra en botón: su Gloria R 589.
Pero en gustos se rompen géneros, como siempre.
Estoy de acuerdo en todo lo que dices!
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