Andar por el centro sin planes: Palacio de Iturbide


Uno de los grandes placeres míos en esta vida, es descubrir lugares escondidos o poco frecuentados; y más si es en ésta, mi amada metrópoli, la Ciudad de México. Es algo que todo capitalino debería hacer, aunque sea una vez en su vida: perderse entre las calles, buscar sitios que sean de su interés, meterse a averiguar sus secretos y conocer un poco más de esta enorme urbe. Claro que, por otro lado, está la inseguridad que aqueja a nuestra ciudad. Si no conocen lo suficientemente bien la zona y no quieren sufrir algún asalto, mi recomendación sería no ir más al norte de Santo Domingo (ya de por sí, La Lagunilla se pone medio feo) ni más al este de Palacio Nacional. Claro que si lo que les sobra es barrio, amistades por esos lugares o valentía, los que me darán recomendaciones serán ustedes.

Por fechas de 2011, me encontraba vagando por el recién inaugurado corredor peatonal en que se había convertido la calle Madero, cuando me animé a entrar a un museo (sí, no todo en Madero son bares, reggaetón y alcohol adulterado) que tenía una fachada muy cargada y linda: el Palacio de Cultura Banamex, o mejor conocido como Palacio de Iturbide. Vale la pena repasar brevemente su historia e importancia como museo.  

Historia y arquitectura
En 1779, el Marqués del Jaral de Berrio y su esposa, mejor conocidos como los Condes de San Mateo de Valparaíso, mandaron a edificar este palacio para su única hija que contraía nupcias. El arquitecto fue Francisco Antonio de Guerrero y Torres (dedicaré una entrada a este renombrado arquitecto, ya que hizo obras de gran importancia en la ciudad) que ya había trabajado para ellos en 1769 con otro palacio que lleva el título de sus propietarios.


El estilo en que se llevó a cabo es el barroco tardío novohispano y fue toda una muestra de lujo, ostentosidad y poder de la familia propietaria: para muestra, los dos torreones que lo coronaban, ya que en aquella época acostumbraban a construir sólo uno. La fachada está ricamente adornada, con fondos en tezontle y decoraciones en cantera, incluso con algunos detalles que evocan el pasado prehispánico de esta tierra. El patio central es amplio y los pilares del claustro son de doble altura, dando esa impresión de imponencia y majestuosidad. El edificio tiene tres niveles, aunque contando el entrepiso del primero nos da un total de cuatro, una altura inusual y suntuosa en construcciones civiles para la época.

Después de la independencia, fue ofrecido a Agustín de Iturbide como residencia palaciega antes de ser coronado emperador; de ahí el nombre con el cuál se conoce hasta la fecha. Posteriormente fue sede alterna del Colegio de Minería, a mediados del siglo XIX fue adaptado como edificio de oficinas e incluso llegó a ser terminal de diligencias y hotel (imagínense que lujo haberse hospedado ahí y la puñalada a la billetera).

Es en 1964 cuando el Banco Nacional de México comienza a comprar y restaurar varios edificios virreinales (ya había comprado el otro palacio perteneciente a los Condes de San Mateo de Valparaíso que comenté anteriormente) y adquiere este edificio para convertirlo en sede del Fomento Cultural Banamex en 1972, corriendo a cargo de Ricardo Legorreta la restauración. Posteriormente en 2002, se lleva a cabo una segunda restauración integra y a fondo, una vez más Legorreta haciendo de las suyas. En esta última, se agregó el falso cielo que cierra el claustro para evitar que esté a la intemperie y darle un ambiente más íntimo y seguro al mismo. En 2004 se finalizan las obras y es reinaugurado como Palacio de Cultura Banamex.

Palacio de Cultura Banamex
Como museo, ha tomado importancia en el ámbito de las artes plásticas. Se creó originalmente para exponer las colecciones propias de la institución bancaria (mucho arte novohispano, entre ellos varios Villalpandos y Cabreras) pero poco a poco se ha dado cabida a otras áreas o disciplinas. Aproximadamente hay tres exposiciones al año, que van desde de arte del siglo XVI a la actualidad y son acompañadas de seminarios o conferencias. También, como la mayoría de los museos importantes, editan un libro de cada una de ellas, los cuales venden en la tienda misma del museo. En el último nivel hay un pequeño museo de sitio con la historia del edificio, sus propietarios y una habitación con decorados originales de época (terciopelos, tapizados, mobiliario, utensilios y retratos).

He aquí algunas exposiciones que he visitado a lo largo de estos años:

*Arquitectura en México 1900-2010. La construcción de la modernidad: obras, diseño, arte y pensamiento (en colaboración con la revista Arquine) 

Mi favorita del museo hasta el momento, dado mi amor a la arquitectura; la fotografía no es mía, aquel día no llevaba celular con cámara.

*El arte de la indumentaria y la moda en México: 1940-2015 (en colaboración con Palacio de Hierro y la revista Vogue)

El vestido de en medio perteneció nada más y nada menos que a "La doña", María Félix.

*Javier Marín. Terra: la materia como idea (en colaboración con el mismo artista, ex profeso para la exposición)

De los pocos artistas plásticos mexicanos de la actualidad, que considero realmente hacedor de arte.

Para concluir, la curaduría de las exposiciones es siempre de muy buena a excelente calidad. Las fotografías sin flash son permitidas, sin pagar permiso a parte. El acceso al museo es meramente peatonal, no cuenta con estacionamiento, pero sí con acceso a personas discapacitadas, incluido un elevador para los pisos posteriores y lo más importante: ¡ES COMPLETAMENTE GRATIS! 

Así que no hay pretextos como “la cultura es cara” y bla bla bla... Dense un rol en algún momento que estén por el centro y, con suerte, encuentran una exposición de su agrado.

Dirección y mapa
Página oficial
Estacionamiento: No, aunque hay varios estacionamientos públicos cercanos.
Tiempo de recorrido promedio: 2 hrs.


Puntaje general: 8.7
* Ubicación: 10
* Instalaciones: 10
* Costo: 10
* Ambiente: 8
* Acceso a personas con discapacidad: 9
* Exposición permanente: 6
* Exposiciones temporales: 8
* Curaduría: 9

Comentarios

  1. Yo si he podido darme ese gran lujo, de visitar tan bella edificación y que mejor ir en compañía de un viejo amigo al que estimo mucho

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